En los archivos familiares se pueden encontrar las primeras referencias del Pazo, su granja, los viñedos y la bodega del año 1416.
La propiedad fue pasando de generación en generación hasta que, a mediados del siglo XIX Don Manuel Batanero Montenegro y su esposa, Doña Pastoriza Flórez de Losada y Quiroga decidieron la renovación de la antigua casa solariega cuyo resultado es el pazo y jardines que podemos disfrutar en la actualidad.
Tras una primera intervención – finalizada en 1869 – en el último tercio del siglo XIX se levantaron los dos torreones que dotan al conjunto de una simetría serena de clara inspiración colonial.
En la fachada principal del Pazo se abren amplios vanos y balcones.
En el cuerpo central, sobre la puerta principal y el escudo de armas de Don Manuel y Doña Pastoriza se encuentra otra de las joyas del Pazo: el reloj datado en 1869 que fue fabricado en Londres por José Rodríguez Losada. De su taller también salió el reloj de la Puerta del Sol en Madrid.
En el último tercio del siglo XIX se completaron los jardines históricos dispuestos en terraza de relevante valor botánico y la red hidráulica que permitía llevar el agua de los manantiales de la parte alta de la finca a toda la propiedad empleando una red de canales, minas, pozos, aljibes y fuentes.
En el interior del edificio principal destacan la capilla y panteón familiar dedicada a la Virgen de la Divina Pastora y a San Blas, el gran comedor, salón del obispo, la galería, la sala de billar y la bodega en la que se conservan botellas de vino y licor originales del siglo XIX…
En la finca se encuentran también las cocheras -donde ahora se sitúa de forma provisional la bodega- y otros edificios que permanecen en pie al menos desde el siglo XVI: la impresionante bodega antigua con una superficie de 350 metros cuadrados y muros de 11 metros de altura, el horno de leña, la cuadra y las caballerizas, el granero, la leñera y la imponente escalinata de piedra que da acceso al Pazo que está datada a finales del siglo XVII.
En el edificio del molino todavía se puede ver el escudo de armas del capitán Álvaro de Losada y Somoza y su esposa María Valcárcel de Quiroga y Balboa de principios del siglo XVI: los seis dados y la flor de lis de los Somoza, la losa sobre dos lagartos de los Losada, el árbol con cuatro estacas de los Valcárcel de Quiroga, y el león rampante en aguas de los Balboa.
Este escudo fue adoptado en el siglo XIX por su descendiente Doña Pastoriza y en la actualidad forma parte de la marca de Pazo de La Cuesta.
Manuel Bellod Álvarez de Lorenzana, tataranieto de Don Manuel y Doña Pastoriza, asumió en 2020 el compromiso de devolver el prestigio de antaño al Pazo, a su viñedo y vinos.
En la actualidad se están realizando importantes mejoras que incluyen la restauración de la primitiva bodega del siglo XVI, la rehabilitación de la antigua cochera, la restauración del horno de leña, del molino y la recuperación de los ingenios de agua de la red hidráulica.
Y por supuesto, del jardín y viñedo en el que están dando de nuevo sus frutos cepas bicentenarias, los frutales y los olivos.
Primera referencia documental encontrada sobre la actividad vitivinícola del Pazo de la Cuesta
Primer inventario detallado de la actividad vitivinícola del Pazo de la Cuesta en el legado de Don Álvaro de Gon y Somoza a su nieto el capitán Don Alvaro de Losada y Somoza.
Dña. Pastoriza Florez de Losada y D. Manuel Batanero Montenegro
finalizan la primera fase de rehabilitación del Pazo.
Primeras añadas conservadas de la colección histórica de vinos.
Manuel Bellod Álvarez de Lorenzana, tataranieto de Don Manuel y Doña Pastoriza, asume el compromiso de renovar la bodega de Pazo de la Cuesta recuperando su viñedo histórico.
Pazo de La Cuesta ha pertenecido a la misma familia desde su fundación en el siglo XVI: catorce generaciones regentadas entre otros por los Flórez de Losada, Flórez de Quiñones, Somoza, Quiroga, Puga, Montenegro, Batanero, Bellod y Álvarez de Lorenzana.